Me siento estancado.

No he logrado mis objetivos.

Ojalá pudiera conseguir lo que me propongo.

 

¿Te resuena alguna de estas afirmaciones? Si es el caso, déjame decirte que yo también he pasado por esto. De hecho, me he repetido estas frases en demasiadas ocasiones.

 Por lo general, solemos achacar nuestro éxito o fracaso a la hora de lograr nuestras metas en función de factores como la constancia, el trabajo duro o la actitud. Esto está muy bien, peeeeroooo… Me temo que, si solo tenemos en cuenta esto que te comento, nos estamos dejando algo muy importante en el tintero. Y ese algo es: el Propósito.

 Antes, déjame hablarte de la regla S.M.A.R.T.E. Esta regla determina que, para que nuestros objetivos estén en consonancia con nosotros y nos resulte más sencillo alcanzarlos, se deben dar una serie de condiciones:

 

1. S de Específico

 

Nuestras metas deben ser lo más concretas, posible. Debes sustituir “Quiero ser rico” o “Quiero adelgazar” por “Quiero conseguir facturar 10.000€ al mes dentro de exactamente 6 meses” o “Quiero perder 20 kilos en los próximos 6 meses”. ¿Ves la diferencia?

 

2. M de Medible

 

Tienes que ser capaz de cuantificar, de medir, dicho objetivo. Adelgazar o hacerte rico NO es medible: si añades un número concreto a tus metas, esto te va a ayudar a ver si estás acercándote a ella, o si, por el contrario, tu meta no era realista para empezar. O bien, si no estás siguiendo los pasos adecuados para lograrla. Poner cifras específicas te ayudará tanto a fijar los objetivos, como a hacer seguimiento durante el tiempo que te lleve cumplirlos.

 

3. A de Alcanzable

 

Si un anciano de 90 años, que mide 1,60 y jamás ha jugado a baloncesto se pone como meta que quiere jugar en la NBA en los próximos 2 años… ¿Crees que podrá hacer esa meta realidad? A ver, más de una vez ha sucedido lo impensable en el mundo, sí, pero… lo más probable es que eso jamás vaya a pasar. Tus objetivos deben ser tan ambiciosos como tú quieras y sientas, pero es importante que, ateniendo a tus circunstancias y a tu situación actual, puedas alcanzarlos. De lo contrario, tus metas te generarán más frustración que otra cosa. Y no queremos eso, ¿verdad?

 

4. R de Retador

 

Aunque te haya dicho que tus objetivos deben ser alcanzables, ¡no te estoy invitando a que permanezcas en tu zona de confort, para nada! Al contrario: tus metas deben ser ambiciosas, ilusionantes, y, además de estar directamente vinculadas contigo. ¡A nadie le amarga un buen reto en la vida!

 

5. T de Temporalizado

 

Te va a ayudar muchísimo encuadrar tu objetivo en un marco temporal lo más concreto posible. ¿Verdad que la cosa cambia si sustituimos “Quiero rodar un largometraje independiente” a “Quiero rodar un largometraje independiente este año?”?

 

6. E de Ecológico

 

Esta última clave es súper importante: si, por ejemplo, tienes el objetivo de irte a vivir un año por tu cuenta dando la vuelta al mundo, pero tienes pareja e hijos… Eso no es demasiado compatible con tu vida ni con tu entorno, ¿no crees? Es muy recomendable fijarte metas que sean sostenibles, y que estén en consonancia, no solo con tus valores como persona, sino también con tu entorno afectivo y familiar. De lo contrario, ese objetivo que tanto te ilusiona, se puede acabar convirtiendo en una gran fuente de conflictos y de estrés.

 

Pero… ¿Qué es el Propósito?

 

El Propósito es como una brújula, algo que te conecta con tu esencia: te ayuda a tomar decisiones, y te da un rumbo al que dirigirte, incluso en momentos de confusión, duda y dificultades… que los habrá. Para profundizar más en el significado del Propósito, cómo explorarlo y cómo descubrirlo, te recomiendo de corazón que compres el libro “El equilibrista”, del crack Sergio de Miguel.

 

Para que tus objetivos te generen la energía e ilusión necesarias para alcanzarlos, ¡tienes que conectarlos con un Propósito lo más claro posible! Y, ante todo, debes tener muyyy clara una cosa: como diría el bueno de Sergio de Miguel, ¡el Propósito tiene que ser algo más elevado, más grande, que tú mismo! Debe tener una dimensión espiritual, más allá de lo puramente materialista, ¡y aportar un bien al mundo!

 

¿Realmente es lo que quieres?

 

Si, por ejemplo, tu objetivo es hacerte rico, antes que nada pregúntate: ¿realmente es lo que quieres? ¿O es lo que crees que quieres, condicionado por una sociedad tan materialista y desapegada del Ser como esta en la que vivimos?

Y, si realmente es lo que quieres… ¿Para qué? Es fundamental que conozcas esto, el “Para qué” que hay detrás de todos y cada uno de tus objetivos. Por ejemplo: “quiero hacerme rico” puede pasar a ser “quiero ganar 1.000.000€ al año para dar una mejor vida y educación a mis hijos de las que yo tuve cuando era pequeño”. Mejor, ¿no crees? ¡Ahora, piensa en cómo puedes transformar tú tus objetivos en algo mucho más vinculado a tu esencia, y a tu Propósito en la vida! 

Porque, a la hora de la verdad, el Propósito es lo que te va a dar la fuerza que necesitas para tomar decisiones con rapidez y claridad, así como para seguir luchando por hacer tus metas realidad, incluso cuando las cosas se pongan muy feas. 

En conclusión: el Propósito, y la regla S.M.A.R.T.E., son las piezas clave que necesitas para lograr tus objetivos.

 

¿Quieres profundizar más? ¡No te pierdas este vídeo!

 

 

 

¡Mil gracias!

 

¡Espero de corazón que te haya servido este artículo! Déjame un comentario, si quieres que te resuelva alguna duda, o bien, que hable sobre algún otro tema en particular. ¡Te mando un abrazo enorme, y nos vemos en próximos posts!